Este proyecto para una intervención en la Plazuela del Socorro parte de la profunda vinculación que tiene la evolución humana con lo vegetal y con los árboles. Situado en la misma plaza en la que se encuentra un ombú, descendiente de un árbol traído hace 500 años de ultramar; consiste en nombrar en círculos concéntricos y en letras luminosas a los árboles singulares de la región. Es una invocación luminosa, un ombligo, una diana, una agenda, una promesa de compromiso, un reloj sin manillas, y un eco de los anillos circulares que todo árbol añade año tras año a su tronco. Sus nombres, como la Terrona, el Abuelo, la Nieta, el Retorcido o el Escondelobos, dan fe del amor de los habitantes de la región a su tierra y a sus árboles.





