El proyecto parte de una observación del barrio de Santiago, en el casco antiguo de la ciudad de Cáceres, donde la arquitectura histórica —por su escala, densidad y trazado— da lugar a espacios que permanecen en sombra durante buena parte del año. A partir de esta condición, esta intervención se basa en un gesto sencillo pero significativo: redirigir la luz del sol hacia una de estas calles sombrías mediante un heliostato instalado en la azotea de un edificio de la misma calle. Reflejar el sol se convierte así en un acto simbólico: prestar luz donde no llega, reconducir el sol hacia una calle que, durante los meses de la intervención, ha dejado de ser inscrita por la trayectoria luminosa del tiempo. La intervención busca generar una experiencia que cuestione la relación entre luz solar y arquitectura, y cómo un leve desvío de lo natural puede modificar la percepción del entorno.





